La fumigación es un método de control de plagas en el que un gas o vapor de pesticida se libera en el aire o se inyecta en el suelo para matar o eliminar las plagas.
Para realizar la fumigación hay que tomar varios factores en consideración, incluyendo la plaga o los insectos que estén causando el problema, los compuestos del mismo, el modo de administración, y por sobre todo, velando por la salud de quien aplica el producto, y quienes están, o estarán, en el área afectada.
En el ámbito de la agricultura, el uso masivo de plaguicidas en fumigaciones se produjo a partir de la década de 1980, cuando se desarrollaron productos de gran efectividad y costo reducido. Esto permitió comenzar a proteger los cultivos de una manera más eficiente. Sin embargo, en el largo plazo, el uso intenso de estos biocidas provoca daños en el medio ambiente e incluso hace que las plagas se vuelvan resistentes.
La fumigación también es una práctica habitual en el entorno urbano. En casas y edificios, es necesario fumigar para lograr la eliminación de animales que pueden ser vectores de enfermedades, como es el caso de las cucarachas y las ratas.
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